“Para toda la vida”, esta frase enmarca la promesa que fundamenta toda unión entre dos personas que se juran amor eterno, pero que tiempo después deben buscar la asesoría de un abogado matrimonialista Sevilla, porque la convivencia se convirtió en una práctica imposible y buscan disolver los lazos que los unieron.
Si se concibieron hijos durante el matrimonio, la pretensión de separarse puede ser traumática. Los niños siempre son los más afectados en medio de esos conflictos entre los padres, que no quieren ser vistos como los victimarios, pero que no están dispuestos a hallar una solución amistosa.
Hasta las familias más armoniosas y estables pueden culminar declarando sus problemas conyugales frente a un abogado o un juez, en caso de que el pleito matrimonial haya adquirido mayores dimensiones. La hostilidad y el rencor son los peores aliados cuando se trata de encontrar un acuerdo que beneficie a las dos partes.
Tanto la mujer como el hombre, en su intento por victimizarse, pueden convertirse en seres intransigentes incapaces de aceptar una recomendación que beneficie al otro. Es en estos momentos cuando se hace indispensable la intervención de un asesor familiar o de un abogado Getxo, especialista en derecho familiar.
Hijos en medio de la separación
Muchos padres cometen el error de involucrar a los niños en el proceso de separación. Asumen el divorcio como una lucha entre dos bandos y, por tanto, exigen a los hijos apoyar a uno de los dos.
Estas situaciones equivocadas toman más fuerza cuando los asesores inmediatos son los amigos o la familia, que sí cederán a la tentación de apoyar a uno de los dos, sin importar sobre quién recae la responsabilidad del divorcio. Solo cumplen con brindar apoyo que en ocasiones resulta ser tóxico en medio del difícil proceso, porque impiden desechar esa actitud de indefensión que solo trae más complicaciones.
Un divorcio es mucho más que un portazo o un “no quiero verte más”. Es una decisión que debe ser analizada con detenimiento, con cabeza fría porque una vez que se firme la disolución del lazo matrimonial, no habrá manera de revertirlo.
La ventaja de contar con la asesoría de un abogado matrimonialista es que él pondrá el conflicto de la pareja en perspectiva. Su ecuanimidad permitirá reconocer dónde está el problema y sabrá decir cuál es la vía más expedita para resolverlo.
En ocasiones una rabieta con intención de separación desaparece cuando la pareja se sienta frente a un abogado que sabe escucharlos, los orienta y ayuda a advertir que tienen más razones para seguir juntos.
Divorciarse no es una decisión que se toma de la noche a la mañana. Dejar que las emociones ganen no siempre es lo más sensato. Un buen abogado podrá ayudarlos a aclarar sus ideas y confirmar si la separación es lo que más les conviene.