Las características típicas de un líder pueden resumirse en tres principales. Inicialmente debe ser una persona que pueda atraer a los demás con su carisma, además de trabajar muy duro y, por último, ser experto en su área, sobre todo, para la tercera hacer un curso dirección comercial es fundamental si estamos situados en ventas o comercialización.
Sobre la primera característica, la personalidad, es sustancial, especialmente la madurez e inteligencia emocional que haya podido desarrollar a lo largo de su vida. Es simple, a esta persona le tocará lidiar con diferentes tipos de temperamentos y momentos de las personas que conforman sus equipos, siempre con una actitud ejemplar y ecuánime ante lo que venga.
Respecto al segundo rasgo típico, un líder debe poder demostrar al entorno que es capaz de trabajar tan duro cuanto sea necesario por alcanzar los objetivos del equipo. Algunos piensan que esto se demuestra pues es el jefe el primero que llega y el último que se va de la oficina y aunque esto es absolutamente relativo podría ser un buen indicador.
Por último, la experticia en el área en que se desempeña es fundamental, pues a partir de ella será capaz de diseñar planes y estrategias, resolver las dudas que surjan en el camino y hasta dar nueva forma a las acciones sobre la marcha, sin afectar grandemente la operaciones. Cuando esto se desarrolla, es reconocido como la persona que más sabe en el equipo.
La formación constante es tan importante como la puesta en práctica de sistemas y teorías. La dirección comercial al igual que todas las materias y disciplinas va evolucionando y requiere de actualizaciones constantes. Si un líder mantiene las mismas prácticas que hace 20 años probablemente los resultados demuestren una baja en el desempeño del equipo.
Para poder desarrollar el máximo potencial y, por tanto, lograr los mejores resultados, nada mejor que aprender nuevas técnicas de ventas o nuevas fórmulas para competir con ese voraz grupo de oferentes que normalmente nos rodea.
Es así como parte del calendario de formación debe contemplar materias duras como aquellas directamente relacionadas al ejercicio de lo que desempeña y materias blandas o, lo que es lo mismo, aquellas que refuerzan el trato con la gente.